martes, 25 de diciembre de 2012

CREER.-


Como entrenador he aprendido a creer en mi trabajo, en el trabajo de mis colaboradores y en el trabajo de mis jugadores.
He aprendido a creer en el resultado del trabajo y que, no todo tiene que ser como uno quiere cuando queremos, sino cuando deba suceder y pueda suceder. Lo que no debemos dejar de hacer es trabajar.
He aprendido a tener la paciencia necesaria, a escuchar y observar con tranquilidad los porqués de lo que sucede (con respecto a mi equipo). Pero también a entender que no todo lo que veo es lo único que sucede, sino que siempre hay situaciones que se me escapan y que tengo que analizar desde las profundidades del pensamiento.
He aprendido a creer que todo en esta vida (en cualquier circunstancia) tiene solución; a veces no lo que nosotros esperamos, pero la tiene.
He aprendido que necesito creer para poder trabajar, que necesito tomar decisiones que, a veces, no son las mejores (según las opiniones de los que me rodean) pero tengo que tomarlas y además, a veces, sin gustarme, pero las creo necesarias.
En todos los ámbitos de la vida es necesario creer. Ahora que estamos en navidad, creer en una religión u otra nos da tranquilidad. Creer para mí, es sinónimo de rellenar en nuestra alma el hueco que necesitamos para que lo demás tenga razón de ser, es decir, creer es el impulso del alma, de nuestra capacidad y lo que nos da sentido a lo que pretendemos y queremos conseguir.
Comentando lo que está pasando con mi equipo (respecto a los resultados que estamos teniendo actualmente) después de dieciocho años sin estar en la elite del futbol sala, he de decir que no nos está saliendo todo tan bien como hubiéramos querido (aunque tampoco tan mal). Pero es necesario saber quiénes somos y contra quienes jugamos en todo momento (sin olvidarnos de dónde venimos y lo que podemos conseguir).
Recordarles a todos quienes somos, es decirles que somos un club enormemente pobre económicamente y, enormemente rico por ilusión y perseverancia.
Recordarles que no tenemos un equipo diez, pero si un equipo siete. A veces con respecto a los demás, es un equipo cuatro en cuanto a puntuación y que intentamos en todos los partidos ser un equipo seis, juguemos contra quien sea.
Recordarles que creemos en nosotros y en nuestras posibilidades y que trabajamos  sin tregua para conseguir el objetivo de no bajar de categoría y que nosotros debemos creer y, de hecho creemos, que podemos conseguir ese objetivo.
Siempre tengo el pensamiento que la vida y el deporte se rigen por los mismos mimbres, es decir, que se rigen por unas normas, unos compromisos, unos caminos, una confianza y sobre todo por una creencia y que en ella el miedo al fracaso no nos puede vencer.
Una persona humilde tiende siempre a valorar cada segundo, cada acción, cada momento, cada circunstancia, a cada compañero, amigo, familia e incluso a cada persona (la conozca o no) que de alguna manera tenga relación con él; pues igual esa persona es la que  nos va a indicar el buen camino y ese segundo que perdemos sin valorar, nos puede perder. En el deporte es muy parecido: ese balón que perdemos en un segundo puede ser el de la derrota.
Dicen que algunos de los momentos estelares de una familia es el nacimiento de un nuevo ser, una cena por navidad, una celebración de boda o, simplemente, una reunión familiar. Creer en eso es lo que puede darle valor a ese momento, porque podemos estar pero no creer, entonces es como estar vacio  y solo, aunque se esté con muchas más personas celebrando estos acontecimientos.
Ahora que estamos en fiestas navideñas y de año nuevo, creer en objetivos de vida con independencia de las circunstancias y de lo mal que esta todo, es lo que nos puede ilusionar con un mañana mejor, pero ojo, no nos olvidemos que mañana es hoy. Sin hoy, no hay mañana y ayer no existe, existió.
Deseo creer que entienden lo que digo y que crean que es uno de los caminos a seguir para darnos  una oportunidad más para vivir intensamente nuestra existencia.

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