Al principio de
cada temporada me ilusiono como si fuera la primera; me emociono como un
niño a la edad de 13 ó 14 cuando pasa del Colegio al Instituto; con
una ganas de empezar pero con un poco de miedo por no saber con qué me voy a
encontrar, tanto en la dificultad como en los compañeros y profesores que voy a
tener.
A todo esto, el
primer pensamiento es: ¿qué es lo que depende de mí para que todo me sea más
fácil? Un cambio siempre es un cambio (por poca que sea la diferencia).
Cambio de lugar, de compañeros, de objetivos, de propuestas exteriores y
sobre todo de la capacidad de percepciones que pueda tener para actuar en
consecuencia.
Hace poco estuve en
el Congreso de la ASOCIACION DE ENTRENADORES DE FUTBOL SALA y como siempre,
hemos compartido además de mesa y mantel, muchas opciones de trabajo en
equipo, de trabajos opcionales para tácticas y para dar confianza a los
jugadores e inculcarles unas ideas directas de lo que cada uno de nosotros
pretendemos en nuestros respectivos equipos.
La verdad, que
siempre se aprende algo e incluso de lo que no se debe hacer. Personalmente
tengo la sensación, cada vez que voy a ese o a cualquier congreso de
entrenadores, que el compañerismo entre nosotros es más que aceptable, que en lo
que podemos y hasta donde nos permiten nuestros conocimientos, nos ayudamos
bastante.
Siempre hay, como
es natural, diferentes versiones de quién es un buen entrenador, quién es un
entrenador casi completo; desde la lejanía todos somos buenos entrenadores de
Fútbol Sala (esa es la impresión que tengo) porque, lo primero, el
que sabe conducir, "sabe conducir". ¡Ahora bien! no es lo mismo conducir
un Seat que un Ferrari. Lo que marca la diferencia es la velocidad, el temple
que tenemos con esa velocidad y como actuamos con referencia a los obstáculos
en la conducción, porque es evidente que, a 40 km/h la reacción puede ser más
lenta y la toma de decisión es menos importante, a pesar de serlo, a 200 km/ h
o reaccionas rápido o te la pegas. Esa es la gran diferencia entre los dos coches
y los conductores de los mismos.
Pues esa es la
diferencia entre los entrenadores según mi opinión, porque la presión a la que
nos vemos sometidos nos puede jugar una mala pasada, a 40km/h, seguro que
sabremos salir, pero a 200 km/h ya es más difícil. Tenemos que tener más
consideración con que clase de vehículos conducimos, que curva
estamos pasando, qué relleno tiene la carretera, si está lloviendo o ha llovido, si
tiene hielo o no, es decir, son muchos factores en los cuales la velocidad
y la clase de vehículo son importantes (jugadores) pero ahí el saber estar y la
capacidad del conductor es determinante (entrenador).
En ese sentido por
saber estar con presión y en situaciones constantes de peligro y saber llevar
un vestuario lleno de Jugadores notables y
sobresalientes. MARC CARMONA es un 10, pues es un entrenador tranquilo y
controla sus emociones en cada momento. Está demostrado con los resultados y
con la línea de juego que ha trazado, que además sabe manejar los tiempos de
partido y las circunstancias del mismo.
Otro ejemplo es
Pablo Prieto, se fue a un país desconocido totalmente y además con costumbres
diferentes en todos los sentidos. El saber estar, el tener paciencia con los mandatarios,
el saber convencerles de los objetivos, el tener que librar el
pensamiento de lo conseguido y por conseguir como mínimo lo mismo; por ello
creo que merece un sobresaliente, todo eso con un idioma muy difícil y sin
interprete de confianza, e incluso la comunicación con los jugadores y la
mentalidad de estos no solo fue complicada, sino que tener que elegirlos,
trotando en un país que no estaba para estos menesteres. Para todo esto hace
falta, no solo saber Fútbol Sala, tiene que estar preparado mentalmente,
tener temple, capacidad de reacción, de sufrimiento y convencimiento ganador.
Podría poner más
ejemplos pero creo que, con estos dos, nos miramos todos y aprendemos a valorar
que los signos externos son los que nos hacen fuertes, porque saber Fútbol
Sala es fácil. Aplicarlo, quizá un poco más difícil, pero los asuntos
colaterales nos crea la presión interior que nos exterioriza incapacidades
que realmente no tenemos. Un ejemplo más son todos los entrenadores en potencia
que existen. Caso de los aficionados, directivos, adversarios, y algún que otro
que pasa por el Polideportivo y ya tiene el derecho a expresar lo
que él sería capaz de hacer.
Eso sin nombrar a
la prensa deportiva, con sus críticos con criterios parciales que, con
independencia de la realidad del trabajo, lo que en ese momento ve y piensa, lo
dice como si lo que dijera fuera ley.
Tampoco me puedo
olvidar de la falta de pago, pues los jugadores no son los mismos cuando sus
necesidades no están cubiertas y los entrenadores tenemos que seguir trabajando
como si lo estuvieran. El entrenador (profesional o no), lo primero es
entrenador y nuestra responsabilidad no solo es hacer jugar con un
sistema determinado, sino que además debe convencer a todos los jugadores de
que para llevar el sistema adelante, deben tener la total concentración, con o
sin circunstancias personales problemáticas.
Creo que en este
sentido, hemos aprendido mucho, pues todo lo que podamos mejorar en el
presente nos dará la posibilidad de vivir mejor en el futuro, aunque no siempre
es así.
He compartido
muchas horas con muchos compañeros y les puedo decir que de todos he
aprendido y que de todos saco conclusiones de cambio. Lo difícil es
saber cuándo, con quién y dónde. Porque teóricamente todos sabemos, pero en
la práctica, debemos pausar y relacionar lo que sabemos con la necesidad de
utilizarlo.
EL MARINERO NO
APRENDE EN AGUAS TEMPLADAS, SE HACE MARINERO EN AGUAS TURBULENTAS.
Los objetivos son
en la realidad diversos, pero el alcanzarlos siempre tiene el mismo valor, es
decir, para un equipo cuyo objetivo sea ser campeón de liga y para otro no
descender, es igual de importante, pero la valoración exterior
no es la misma; eso el entrenador debe contemplarlo para mentalizar a sus
jugadores de la importancia del OBJETIVO.
Las sensaciones, la
propuesta de inquietudes y el entusiasmo que pongamos en ello (porque las
sensaciones depende de cómo valores, las circunstancias en cada momento, es lo
que te hace percibir cualquier acción de forma positiva o negativa) nos dará
siempre un porqué y un para qué; eso debemos utilizarlo con la mayor propuesta
de nuestra inteligencia, sin olvidarnos de la humildad y la grandeza de querer
aprender de los demás.
Esta temporada para
mí, es novedosa, pues como ya he dicho en varias ocasiones,
entrenaré en Las Palmas (Centro Insular de Deportes del Cabildo). Hemos
realizado más cambios que otras temporadas en cuanto a jugadores se
refiere y la responsabilidad con otras tantas cosas, es mayor, pues REPRESENTAMOS
A GRAN CANARIA, orgulloso de ello y ávido por saborear como entrenador esas
sensaciones en el nuevo Polideportivo y una nueva ciudad.
La sensación es
positiva, alarmante en cuanto a ilusión y apasionante en cuanto a objetivos.
Voy a poner mis cinco sentidos por las causas siguientes: ILUSIONAR A
CANARIAS CON ESTE PROYECTO E INTENTAR NO DESCENDER.