A la hora de dar
bajas es el momento que desde un prisma personal lo paso muy mal. Primero
porque estamos trabajando con un grupo de personas durante DIEZ MESES y, quieras
o no, el estar juntos e intentar conseguir un objetivo, nos hace ser además de compañeros
o a veces, amigo, e incluso después de no solo diez meses sino que a veces
son años, pero todo lo que tiene un principio, tiene un final.
A la hora de ser
objetivo con respecto a lo deportivo, tengo en cuenta muchos factores: el
rendimiento, el comportamiento, la personalidad, la aportación en todos los aspectos,
la cuestión económica, la opinión de mis ayudantes, etc.
Pero aún así,
seguro que a veces ni los jugadores tienen la culpa de la propia baja. Puede ser que yo no les he sabido sacar rendimiento o me puedo estar
equivocando con las decisiones, pero ya eso nunca se sabrá.
Quiero dejar claro
que me duele dar bajas, que puedo equivocarme, pero que todas las decisiones
las tomo con la mayor prudencia del mundo, con buena fe y con la idea de que el
Club se beneficie, aunque evidentemente NADA ES SEGURO NI NADA ES PERFECTO, ni
el entrenador que toma la decisión, ni la propia decisión.
También considero
que a la hora de dar la bajas, es igual que cuando a un jugador le hacen una
oferta más interesante que la nuestra y la acepta (dejando a nuestro
equipo y fichando por otro); la ley del interés existe en las dos
vertientes, tan doloroso es que un jugador te deje como que tu le dejes a
él, pero es ley del deporte competitivo y, aún así, a mí me duele dar bajas.
En estos momentos
que la crisis económica está afectando a todos los estamentos, empresas, clubes, hablando sólo en cuestiones deportivas, ni siquiera tenemos asegurada
la participación en la próxima temporada, pues no depende de nosotros. Como
todos los años, dependemos de organismos públicos y empresas privadas. Me da la
sensación de que, todo lo que hemos hecho ha sido y es muy importante. Que toda
la ilusión compartida y generada, vale; que nuestro trabajo se valore y que
valoramos todo lo que ha motivado que a día de hoy sigamos intentando, primero
existir y después ilusionar.
Y todo eso es lo
que mitiga mis penas por las bajas, que la vida sigue, que siempre hay una persona
que sale y otra que entra y que, en la medida que pueda, mientras yo sea
entrenador de algún equipo, intentaré ser lo más justo posible
(independientemente que mi decisión sea acertada o no).
Supongo que crear
un grupo de compañeros y amigos para ir a la playa será más fácil, ¡pero no
ilusiona!
Crear un
equipo además de ser ilusionante, debe ilusionar y para ello el margen de error
debe ser mínimo y la responsabilidad deber ser máxima, con independencia de
sentimientos y amistades.
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